- título de la acción: “Patrimonio: el Cuerpo II”
- persona responsable de la acción: Efe
- participantes (3): Erika Ravelo, ziREjA y Efe
- explicación breve de la acción: intervenir a través de nuestro cuerpo la mirada del turista y redirigirla desde la idea de turismo histórico-arquitectónico del lugar hacia el cuerpo del local, expuesto éste como auténtico patrimonio a ser mostrado
- conceptos desarrollados: turismo, cuerpo, patrimonio, observación, ángulos, situación y desplazamiento
- herramienta utilizada: releer el espacio a través del uso del cuerpo y la palabra
- pautas establecidas: observar, señalar, nombrar, mimetizar, formalizar y no perder el vínculo con el grupo
- finalidad de la acción: experimentar con las pautas utilizadas documentando la acción y las posibles reacciones del público
- materiales requeridos para la realización de la acción por parte de los participantes a la misma: cámaras de fotos
- fecha de realización: 15/11/2014
- localización: Calle Castillo, Plaza de España, Avenida Marítima y Calle San José de Santa Cruz de Tenerife
- autor texto post: Efe
- edición imágenes: ziREjA
Descripción de la acción:
Durante la acción se han desarrollado técnicas para la creación y puesta en práctica de una herramienta de trabajo. La nuestra surgió de una frase, de una idea, que fue: ¿cómo se puede plantear el cuerpo como patrimonio?
Nuestra herramienta se basó en la idea de exponer el cuerpo en un espacio público. Las pautas que se siguieron para el desarrollo de la misma fueron: intervenir el acto fotográfico del otro (en este caso del turistas) y fotografiarse a uno mismo con una cámara (sin referencia o marco concreto), y algún compañero de la deriva en la calle. Por lo que otra de las pautas fue no perder nunca el vínculo con el grupo.
Empezamos nuestra deriva fotográfica en la Plaza de España a las 9:30 de la mañana del sábado 15 de noviembre de 2014. Allí comenzamos a accionar el cuerpo en frente de un turista interrumpiendo el acto fotográfico de éste, y lo que sucedió fue que esta persona, en lugar de irse al nosotros invadir su espacio de observación, se mantuvo en su sitio y aceptó la propuesta de permanecer como espectador del mismo (incluso tomando fotografías del cuerpo que se le exponía delante). Otra aspecto a remarcar y que nos confirmó las posibilidades de esta herramienta fue la propia potencia de la misma ya que las personas delante de las cuales accionábamos nuestros cuerpos (mientras tomábamos fotografías), no se iban o nos evitaban, sino que les causábamos curiosidad e interés.
Tras la experiencia de la Plaza de España nos dirigimos hacia la zona puerto de Santa Cruz. Allí observamos la llegada de los turistas de cruceros y, de una manera totalmente inesperada, surgió una acción transversal a la nuestra. Lo que ocurrió fue que una chica nos preguntó si éramos turistas al vernos con una cámara cada uno y haciendo fotografías del entorno. Aunque le dijimos que no, nos invitó a una especie de kiosko patrocinado por una institución pública canaria e instalado al lado de la zona en la que estábamos haciendo las fotos, donde habían colocado una especie de photo-call donde a los turistas recién llegados a Tenerife, y que por término medio sólo disponen de 2 horas para ver la ciudad y por lo tanto no pueden disfrutar de otros atractivos turisticos de la isla, se les ofrecía la oportunidad de hacerse una fotografía con una imagen del volcán del Teide de fondo para que se pudieran llevar un recuerdo consigo, en formato folleto, de un lugar emblemático que realmente no habían visitado de la isla por falta de tiempo. Esta nueva situación la incorporamos a nuestra herramienta, por lo que nosotros mismos pasamos a formar parte de un reclamo turístico basado en la ficción, y nuestro cuerpo se propuso también como un objeto susceptible de ser fotografiado. El mostrar el cuerpo se planteó como una nueva pauta reafirmando la ficcionalidad del planteamiento turístico que ya veníamos planteando desde el principio de nuestra deriva. Esto generó una imagen final en la cual no solamente nosotros fuimos fotografiados, sino que nosotros nos fotografiamos a nosotros mismos y formamos parte de una ficción turística cuya finalidad era reclamar la mirada del propio turista, con el posterior registro de las imágenes generadas como documento.
Después de la experiencia anterior nos dirigimos hacia la Alameda (concretamente al punto de información), donde no interactuamos tanto con los turistas y nuestra acción pasó más desapercibida.
Después fuimos a la calle San José en la que comenzamos a observar de nuevo a las personas, a integrarnos en su espacio y a invadir su acto fotográfico. De allí nos dirigimos a la calle Castillo, concretamente al punto de información. La guía turística nos indicó sobre el mapa los lugares más relevantes a visitar de la ciudad según el planteamiento turístico de la misma. Nosotros desde un principio fingimos ser turistas y protagonizamos este juego de constante simulación, tras lo cual seguimos nuestra ruta por las calles indicadas.
Volvimos a la Plaza de España y nos colocamos en frente de un grupo de turistas que iban acompañados de un guía, el cual les estaba explicando todos los edificios de alrededor y su relevancia histórica y arquitectónica. Nosotros nos pusimos justo delante de ellos, lo que generó una tensión clara y evidente que el guía no supo como resolver por el hecho de no saber como interactuar con nosotros ya que le estábamos quitando el foco de atención del grupo al darse cuenta de que nos atendían más a nosotros y a nuestras acciones que a lo que él les estaba contando. Muchas de estas personas dejaron incluso de atenderle a él para hacernos fotografías. Aquí queda patente la potencialidad del cuerpo y de su expresión en la vía pública.
Tras la Plaza de España nos dirigimos hacia la Calle Castillo de nuevo y desde aquí planteamos otra situación que no estaba directamente ligada al turismo, por lo que ya no se se trataba únicamente de colocarse frente a una personas e interrumpir su acto fotográfico y su visión del entorno, sino que accionamos interviniendo todo el espacio de la calle haciéndolo nuestro. La reacción del público, en general, fue bastante positiva y hubo mucha interacción con él ya que, en alguna de las imágenes tomadas por nosotros, se puede ver como estamos siendo fotografiados por personas ajenas al grupo (turistas y locales), integrándose ellos mismos, sin saberlo, en nuestro discurso. En todo momento hubo mucho respeto a las acciones, mucha observación, interés y curiosidad a la vez que extrañamiento. Sólo se dio una situación incómoda en la que un transeúnte entendió que estábamos haciendo el idiota en la calle, hecho que nos hizo saber de viva voz. Otro aspecto a tener en cuenta fue que la gente llegaba a leer ese vínculo que teníamos entre nosotros y con el espacio de manera intuitiva.
Por último y ya como posible apertura a otras lecturas sobre la imagen y el reflejo (tanto la propia como la del entorno), comentar que al llegar al final de la Calle Castillo, concretamente a una tienda de marcos que tenía un espejo muy grande en el escaparate, nos surgió la necesidad y las ganas de empezar a fotografiarnos con la misma idea de vínculo y de captura del momento y del lugar pero en este caso de nuestro reflejo y el de la gente que aleatoriamente pasaba por detrás nuestro. Esto se aleja de la idea primigenia que teníamos pero fue interesante darnos cuenta de cómo a la hora de plantear una herramienta pueden surgir otros nuevos planteamientos y posibilidades de acción que puedan estar relacionadas con planteamientos previos y que, a su vez, puedan abrir otras posibilidades o campos de actuación.